Tras una larga historia de las
“campañas sucias” en política electoral en donde los diferentes partidos políticos
y candidatos recurren a la emocionalidad de los electores, apelando a un marco
de valores o antivalores comunes en las sociedades es necesario hacer un
esfuerzo por evitar la violencia electoral o en muchos casos la polarización de
las comunidades consecuencia de recibir todo tipo de información en la pantalla
televisiva, en las frecuencias radiales, y en la actualidad en las redes
sociales.
Todo participante en el proceso
de alcanzar un espacio en los Gobiernos Municipalidades o en la Asamblea Legislativa
afirma pretender un solo objetivo el desarrollo económico o contribuir con
Leyes para lograr el fortalecimiento de la Democracia y la construcción de La
Paz, pero cuando se retira el velo, vemos que la diplomacia es entendida como
un disfraz para avanzar en controlar los Gobiernos Locales o acceder a un peldaño
de la Asamblea Legislativa como objetivo final.
Lograr el objetivo propuesto
requiere desde la ineficacia y la actitud omisa del Tribunal Supremo Electoral y
la Fiscalía General de la Republica ante el desborde de hechos y denuncias se
asume la negligencia. Así mismo se requiere el apoyo financiero sin descubrir quienes
transfieren esos fondos, además lo más común es promover las campañas sucias que
utilizan como herramientas lo mediático
y lo jurídico.
Nos hemos acostumbrado que el
dialogo, las propuestas concretas y la argumentación propositiva no es
suficiente, las tácticas más efectivas es perjudicar la credibilidad del
adversario y minar su confianza en él mismo, entre sus propios militantes y
entre los electores, para eso se filtra información sobre ilícitos cometidos, divulgación
de información familiar, casos de enriquecimiento ilícito, vínculos con el narcotráfico,
casos de corrupción, etc lo que llama
mucho la atención que nadie es procesado judicialmente por tales hechos, sino parece
ser que se busca influir en el votante más que procesar al corrupto.
Es por eso que toda campaña sucia
busca el desprestigio del adversario atacando sus atributos para volverlo
vulnerable, y finalmente “indeseable” para los votantes y para el conjunto de
la sociedad, como resultado de una guerra sucia mediática que crea una atmósfera
de pánico moral como una reacción de un grupo de personas
basada en la percepción falsa o exagerada de algún comportamiento del
funcionario o del candidato. Sobre esa realidad es necesario que los diferentes
partidos políticos y los diferentes candidatos prioricen en la utilización del
dialogo como una herramienta para exponer las propuestas, abrir a foros públicos
centrando sus debates en las propuestas y no en la vida personal del adversario.
Movimiento Unificado Francisco Sánchez 1932
*MUFRAS-32+
#somosmufras
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